19 de Abril, 2024
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El calvario de los venezolanos

Retirar dinero en los cajeros o pagar, calvario para los venezolanos. Iliquidez y fallas golpean la banca. El billete de más alta denominación no alcanza para un dulce.

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Por:  VALENTINA LARES MARTIZ |   7:55 p.m. | 2 de diciembre de 2016  

La búsqueda de dinero en papel es necesaria sobre todo para los que no tienen cuentas bancarias. 
 
“Primero fue en la ferretería y luego en el mercado Central Madeirense. Tuve que dejar toda mi compra porque no me pasaron las tarjetas, ni de débito ni de crédito”, se queja la señora Francisca mientras hace la fila en un segundo intento por comprar comida. “Ojalá me pasen para este mercadito”. Después de 45 minutos de espera, una de sus tres tarjetas logró el cometido.
 
En los últimos tres días tanto los cajeros automáticos, los puntos de venta electrónicos y las páginas web de los principales bancos de Venezuela presentan fallas en su funcionamiento, ralentizando aún más la estropeada economía del país azotada por una inflación que extraoficialmente cerrará 2016 con un alza superior al 600 por ciento.
 
“Venezuela ha sufrido un ataque cibernético internacional para afectar las transacciones bancarias”, se justificó el viernes el presidente Nicolás Maduro y envió un equipo para que investigue qué fue lo que sucedió en Credicard.
 
Hasta el momento, los bancos no han ofrecido explicaciones sobre el porqué de estas fallas, que además de generar problemas en transferencias, cobros duplicados y anulación de operaciones, han empeorado las filas en comercios –sobre todo de alimentos– y en cajeros electrónicos. Solo la Asociación Bancaria Venezolana informó hace tres días que las fallas en estos últimos se debe a la “introducción de una nueva gama de billetes de más alta denominación”.
 
Maduro anunció que el lunes se conocerán detalles sobre la expedición de denominaciones de billetes de 500 y 5.000 bolívares.
 
La acelerada devaluación del bolívar, que ha disparado los precios de todos los productos en la última semana, ha generado además una fuerte crisis de liquidez, pues el billete de 100 bolívares, que es el de más alta denominación en el mercado venezolano, no alcanza ni para comprar un caramelo o un agua mineral.
 
Para tener una idea, comprar un pan y un refresco llegan a costar casi 2.000 bolívares y una compra de apenas cinco víveres en el mercado puede llegar a los 10.000 bolívares.
 
Ante este panorama, los cajeros –y las agencias bancarias– expenden pacas de dinero en billetes hasta de 5 bolívares que la gente no halla dónde guardar, lo que ha empujado a que hasta las más insignificantes operaciones de compra deban hacerse a través de la banca electrónica.

Piden liberación de médico y sindicalista
 
El doctor Gustavo Müller y el dirigente sindical José Luis Stipia, ambos trabajadores del hospital caraqueño José Gregorio Hernández, fueron detenidos en la madrugada de ayer por agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) luego de que públicamente aceptaron y recibieron una donación de medicamentos hecha por Lilian Tintori, esposa del dirigente opositor preso Leopoldo López. La detención del doctor fue rechazada por la Federación Médica Venezolana, que de inmediato calificó el hecho como “bochornoso, que viola los elementales principios y derechos humanos de consideración”.
 
“El doctor fue detenido por agentes del Sebin, quienes se lo llevaron de forma ilegal y sin razones delictuales”, reza el comunicado de los galenos.
 
Tintori encabeza una coalición de organizaciones llamada "Rescate Venezuela", que canaliza la recepción y entrega de insumos médicos a hospitales. Según diputados del partido Voluntad Popular, que acompañaban a Tintori, la donación en cuestión era de jeringas, gasas y guantes quirúrgicos.
 
Hasta ahora se desconocen los cargos que se les imputarán.
 
 
Caracas no acepta suspensión del Mercosur
 
Venezuela denunció como un “golpe de Estado” la decisión de sus socios del Mercosur de suspenderlo como Estado miembro, lo que representa la más dura sanción de un ente internacional en medio de la crisis interna.
 
“Es un golpe de Estado al Mercosur y constituiría una agresión a Venezuela de dimensiones realmente muy graves”, dijo ayer con enfado la canciller Delcy Rodríguez, aclarando que su país aún no ha sido notificado.
 
Sin embargo, sus homólogos de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay aseguraron en un comunicado haber informado a Rodríguez sobre el “cese del ejercicio de los derechos inherentes a la condición de Estado Parte” del bloque.
 
La Ministra señaló que Caracas “no reconoce este acto írrito” que empuja al grupo a la ilegalidad. Rodríguez advirtió, además, que su país “seguirá ejerciendo la presidencia legítima (del mecanismo) y participará con derecho a voz y voto en todas las reuniones como Estado Parte”.
 
La suspensión se produjo al cumplirse el jueves el plazo de tres meses que los fundadores del grupo dieron a Caracas para que incorporara a su legislación una serie de disposiciones comerciales y políticas, incluida la de respeto a los derechos humanos.
 
VALENTINA LARES MARTIZ
Corresponsal de EL TIEMPO
CARACAS
 
 
Un día en las largas filas para comprar carne en un barrio de Caracas

Desde temprano aguardan sin saber si tras horas de espera podrán adquirir los alimentos que desean.
 
Nicolás Maduro atribuye la escasez a una "guerra económica" entre empresarios.
 
En la madrugada el silencio en las calles del barrio Mesuca, en Petare (este de Caracas), se interrumpe por las personas que caminan al mercado de alimentos de la zona para ser los primeros en la fila.
 
Con temor por la inseguridad que convierte a Venezuela en unos de los países más violentos del mundo, pero movidos por la necesidad de conseguir alimentos básicos, decenas de personas se forman aún antes de que amanezca en una fila que es casi cotidiana.
 
"Tenemos que salir de madrugada a las calles, independientemente del peligro, para poder comprar dos harinas de maíz que no alcanzan para alimentar durante una semana a una familia de seis personas", dice a AFP Jéssica García, una vecina de la zona.
 
Encuestadoras privadas calculan en un 80% la escasez de productos básicos. Y la inflación, que oficialmente en 2015 fue de 180,9%, se pronostica en 720% por el FMI para este año, reduciendo considerablemente el poder adquisitivo de los venezolanos.
 
En la fila, aguardan sin saber si tras horas de espera podrán adquirir algo de carne, pollo, harina de maíz o de trigo, azúcar o leche.
 
Los rostros denotan el cansancio de una situación económica, que según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social provocó en el primer semestre de 2016 unas 950 manifestaciones (25% de las 3.500 protestas registradas) en "rechazo a la escasez y desabastecimiento de alimentos".
 
Con este cuadro el presidente venezolano Nicolás Maduro, que atribuye la escasez a una "guerra económica" de los empresarios, nombró a su ministro de Defensa, Vladimir Padrino, jefe de un plan de abastecimiento de alimentos, acentuando aún más el poder de Fuerza Armada.
 
Orden militar
 
A las 10 de la mañana unas 250 personas están en la fila del mercado de Mesuca. Los vecinos saben que desde temprano un grupo de fiscales de la Superintendencia de Precios Justos inspeccionan una carnicería, y se corre la voz de que solo se venderá un kilo de carne de res por persona.
 
Con paraguas para taparse de la lluvia y el sol, y chaquetas que los abrigaron en la madrugada, se anotan en una lista organizada por personal del mercado, quienes les marcan con tinta un número en el brazo que hace constar que hicieron la cola.
 
La tensión en la fila es palpable. La mayoría está atenta a que nadie se "colée" (se les meta en la cola).
 
"Esto es casi todos los días, y para comprar carísimo", lamenta Zuleyda Cardozo. "Estamos rogando a Dios a ver qué conseguimos, y no es justo que esto siga así. El pueblo lo que tiene es hambre y ya estamos hartos", dice, secundada por otros en la fila.
 
Aguardan por el arribo de la militarizada Guardia Nacional, que busca en comercios y depósitos comida acaparada por los "bachaqueros", negociantes del mercado negro que venden los artículos básicos hasta diez veces su precio regulado.
 
"La Guardia ha tratado de ordenar la cola, se han portado bien", dice Zuleyda. Hace unos días, a 500 metros del mercado de Mesuca, un operativo militar detuvo a unas treinta personas acusadas de revender productos subsidiados y hallaron una tonelada de productos como aceite, arroz, azúcar, café, pollo, huevos y leche.

Precio por las nubes
 
Cuando aparecen cuatro efectivos militares se vuelven a contar a las personas en la fila y se les entrega un número. Algunos vecinos se quejan del desorden.
 
Varias horas después de iniciada la fila se empieza a vender un paquete de carne, por persona y sin oportunidad de escoger cortes. Solo se pesa y se vende a 2.800 bolívares por kilo, un 9% del ingreso mínimo ordinario mensual de un trabajador.
 
Este precio, autorizado por los fiscales de Precios Justos, no puede ser costeado por varios de quienes hacen la fila y se retiran tras haber aguardado por horas.
 
"Conozco a mucha gente que ha rebajado de peso por la mala alimentación. Esto se nos escapó de las manos", dice Jéssica García en su cola.
 
Otros compradores se quejan por pagar por un producto que no pueden escoger y lamentan que regresarán a la casa con carne, pero aún les falta conseguir harina de maíz, arroz, pasta o leche.
 
AFP


Ante el hambre, los venezolanos buscan alimentos en basureros
 
Maestro panadero, Julio Noguera hacía una vida plácida hasta que la panadería donde trabajaba cerró por falta de harina de trigo. Hoy, este hombre de 50 años se ve obligado a buscar alimentos descartados en un basural de un mercado pues no ha vuelvo a conseguir trabajo.
 
"Vengo a buscar alimentos aquí porque si no me muero de hambre", dijo Noguera tras rescatar del suelo una decena de papas que estaban en medio de un lote repleto de barro y con fuerte olor a humedad. "Con esta situación nadie ayuda a nadie, y nadie le da un plato de comida a alguien".
 
La comida que rescata, señaló, la consume o la vende en la calle para llevar algo de dinero a su humilde vivienda en la popular barriada capitalina de Antímano donde vive junto a su hermana.
 
Noguera no está solo. El derrumbe de la economía como consecuencia de la caída de los precios del petróleo ha obligado a los venezolanos a convivir con una nueva realidad, en la que alimentarse resulta una batalla diaria y con frecuencia no queda otra alternativa que buscar comida en los basurales, desafiando la suciedad y el pútrido olor a alimentos descompuestos.
 
Una desbordada inflación, que se estima podría rondar este año el 720%, y una escasez de la mayoría de los artículos básicos están golpeando el estómago de más de la mitad de la población, según reveló una encuesta nacional sobre condiciones de vida de los venezolanos que realizaron en el 2015 tres de las principales universidades del país. El estudio también reveló que un 12% de la población hace dos o menos comidas al día.
 
Las filas cada vez más largas de personas que se aglomeran desde la madrugada a las puertas de los supermercados y los crecientes casos de saqueos e intentos de saqueos de comercios han pasado a ser moneda corriente. Según la organización Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, en mayo pasado ocurrieron 52 saqueos y 36 intentos de saqueo, comparado con los 10 saqueos y 13 intentos de enero. Esas cifras han ido aumentando cada mes.
 
El fenómeno de la recolección de alimentos en los basureros no es algo nuevo en Venezuela y no está debidamente cuantificado, pero analistas coinciden en que en los últimos tiempos puede haber habido un aumento en este tipo de casos debido a la crisis económica.
 
"Parece bastante claro que hay proporciones muy importantes de la población que están empezando a intentar sobrevivir de la basura" en medio de la crisis, expresó el sociólogo Carlos Aponte, profesor-investigador del Centro de Estudios del Desarrollo de la estatal Universidad Central de Venezuela, quien estima que las condiciones de vida de los venezolanos se han agravado aún más este año en comparación con el 2015 y 2014.
 
Cada tarde, poco antes del anochecer, una inusual actividad atrapa la atención de centenares de presurosos transeúntes en la popular barriada de La Candelaria, en el centro de la capital. Un pequeño grupo de jóvenes, ancianos, y mujeres con niños pequeños, trajeados con humildes vestimentas y de delgada contextura, se aglomera en los alrededores de un improvisado depósito de basura instalado en medio de una acera al aire libre y comienzan a escarbar entre los desperdicios.
 
En el antiguo y anárquico mercado mayorista de Coche, al oeste de Caracas, los espacios dedicados al depósito de frutas y verduras descompuestas también se han convertido en centro de recolección para enfermeras, estudiantes, pequeños comerciantes, desempleados y hasta grupos familiares de origen humilde que viajan desde localidades vecinas como Charallave y Santa Teresa del Tuy, que están a unos 30 kilómetros al oeste de la capital, para rescatar alimentos de la basura.
 
La encuesta sobre condiciones de vida de los venezolanos del 2015, que elaboraron las Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, Universidad Central de Venezuela y la Universidad Simón Bolívar, reveló que un 76% de la población está en pobreza de ingresos, superando considerablemente el registro del 2014, que fue de 52,6%. Desde el 2013 las autoridades no difunden cifras sobre pobreza.
 
A pesar de la compleja situación económica, el mandatario Nicolás Maduro ha insistido en la defensa de los diferentes programas sociales, conocidos como las "misiones", que creó su antecesor, el fallecido Hugo Chávez, para atender a los sectores más vulnerables del país.
 
Maduro sostiene que la crisis que enfrenta Venezuela es consecuencia de una "guerra económica" promovida por empresarios y sectores opositores que buscan desestabilizar el gobierno y golpear a los mayoritarios sectores pobres, donde se concentra el grueso de los seguidores del oficialismo.
 
En uno de los basurales, Mónica Espinosa, madre soltera de 38 años, desempleada y quien reúne algún dinero preparando salsas que vende a comercios, escarba entre los desperdicios junto con sus dos hijas, de 12 y 13 años. Agregó que antes de consumir los alimentos rescatados los limpia con agua caliente.
 
"Con la inflación que está pasando ahorita, la situación se pone bastante difícil hasta para la gente que trabaja", comentó la delgada mujer de tez morena.
 
 

Fuente: Antena 305.com - Venezuela